No hay que tenerle miedo. Es mágica y misteriosa.
Llegué a ella una tarde de Julio. Me anclé a su pasado y me hizo partícipe de su futuro. Ahora, en su presente, puedo decir que me se de memoria las piedras de su murulla, el color de la gente que la habita. Única y pequeña. Frágil.
Tu mirada es de barro. Tu piel forma la frontera entre el café y las encinas.
Tienes calles de canela y música aromática.
Sólo el que te conoce llora cuando se separa de ti. Propones un amor destructivo al que nadie puede decir que no.
No hay tiempo para las arañas ni los ojos de puente romano.
Peculiar y pizpireta, como un niño que enseña su dibujo hecho en clase.
Hazme un favor, sigue a mi lado 27 años más.
Foto: B/N. Canon Eos 400D
Badajoz, 2008
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