Si Dalí levantara la cabeza. Él, que se contentaba con atrapar moscas con la comisura de sus labios para notar el leve cosquilleo de las alas y tener sensaciones orgásmicas...
O Camille Claudel, que era feliz a la sombra de Rodin apesar de que ella era mejor artista que él y que, sus últimos 30 años los pasó en un sanatorio mental.
Lo más mínimo, no incomoda. Lo más absurdo, nos enfada. El ser humano está siempre tremendamente insatisfecho.
La nostalgía no ahoga. Nos sumerge en un néctar necesario para que nuestros miedos salgan a flote.
Todo es tan curioso.
En realidad, es más fácil de lo que creemos. Como atarse los cordones de los zapatos o hacer pompas de jabón.
"Si me quieres, párteme a la mitad"
Foto: "Posición fetal". B/N
Canon Eos 400D.
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